jueves, 20 de mayo de 2010

Nuestra Señora del Rocío



HISTORIA

La imagen de Nuestra Señora del Rocío es una talla completa fechable hacía finales del siglo XIII. Esto equivale a decir que se trata, por la coincidencia cronológica, de aquella primitiva imagen que fuera colocada por Alfonso X “El Sabio” hacía 1280, momento en que construye la primera ermita.

San Alfonso el Sabio, aficionado a la caza también tenía la piadosa costumbre de levantar santuarios a la Virgen María en las tierras que conquistaba. La rocina, en aquel lugar rodeado de malezas y de acebuchales, en ese gran paraje de hermosas vistas en las orillas de la marisma, el rey Alfonso mandó construir una pequeña ermita, donde colocó a Nuestra Señora del Rocío, donde ha permanecido en el mismo lugar durante 700 años; se puede deducir que la ermita fue construida entre los años 1270 y 1275.

No cabe la menor duda que tan primitiva ermita fuera de un sencillo mudéjar, estilo que venia imponiéndose en la comarca limítrofe al lugar del Rocío. En la rocina, el monarca descubre un paraíso donde practicar su deporte favorito; todo aquel bosque se denominaba las rocinas, cuyos límites imprecisos no solo albergaban la zona por donde transcurre el arroyo de su nombre, si no su extensión límites aproximados eran al norte bajando hacia el oeste la canariega, monteruelos, el pájaro y el tendedero de la higuerita, al sur la punta de malandar y al oeste la desembocadura del Guadalquivir hasta el año de braines: territorios éstos, qué después pasarán a la casa de Medina-Sidonia.

A finales del siglo XVI o principios del XVII, siguiendo el gusto de la época, la virgen del Rocío al igual que a otras, se le adaptan ropajes de telas sobre la talla para ser revestida.

En el caso del Rocío parece ser que este cambio tiene lugar en la época en que los monjes mínimos de Almonte tienen su custodia.

Está vestida a la moda de los Austrias, como gran dama de la corte, cuyo atuendo se compone de las siguientes prendas: basquiña o saya de forma de campana sin pliegues ni arrugas, corpiño muy ajustado en el cuerpo y la gola que se transforma en rostrillo, las sobremangas, de gran amplitud, se adaptan al brazo, dejándose ver debajo de la manga. Sobre la cabeza se toca con el velo de las vírgenes y desde los hombros arranca el manto.


Porta la imagen una serie de atributos en orfebrería: Ráfaga, cetro, corona y media luna, respondiendo a la descripción de la mujer en el Apocalipsis de San Juan: “vestida de sol, coronada de doce estrellas y la luna en los pies”.

Próximamente: Capitulo II (La leyenda)

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