jueves, 21 de octubre de 2010

La vida

A veces me gustaría sentir eso que sienten las personas mayores que se sientan en un banco de madera ya con la misión cumplida y la guerra ganada, que sensación más rara esa de no tener más nada que hacer en la vida.


Que sabio es el señor que hace que dediquemos nuestra vida a los demás, nacemos y tenemos tantas cosas que aprender que entre descubrir que tenemos pies con cinco dedos cada uno y que papá y mamá son dos personas que olvidaran su vida por hacer feliz la nuestra, se nos pasa el tiempo volando. Cuando empezamos a olvidarnos de ellos y a sentir que ponemos el pie izquierdo en el suelo sabiendo donde está el derecho nos abre la lata del amor, y ella, nos pide alguien a nuestro lado, alguien para compartir madrugadas, alguien para lo bueno y para lo malo, para la salud y la enfermedad. Qué cosa más bonita poder compartir tus sueños con la persona que amas, desde ese día, desde el momento del si quiero, la mitad de tu vida será suya y su mitad la tuya, compartiréis ilusiones, tristezas, alegrías, enfermedades, y es que el señor es así de caprichoso, nos da la oportunidad de vivir para los demás y no debemos desaprovecharla, que malo es vivir para uno mismo, te olvidas de los colores de la vida y entras en un callejón sin salida donde tu único destino puede ser olvidarte de las palabras o que las palabras te olviden a ti, cuando en nuestra habitación sustituimos el silencio por llantos y dientes de leche, empezamos a construir aquello por lo que tanto soñamos o por lo menos eso hago yo cada mañana, y es que, formamos una familia, esa palabra tan olvidada y tan bonita, con tanto significado. Que le pregunten a María o a San José por la familia, y tomemos de ejemplo su entrega, su dedicación, su respeto, formar familia es tan importante como hacer de ella buena familia.

Pasan los años y cuando nos creemos olvidados, cuando pensamos que solo nos queda en la vida ver pasar los días hasta que la señora de negro toque nuestra puerta, el señor nos recompensa por la entrega a los demás y nos vuelve a llenar la casa de biberones y peluches, estas vez son nuestros nietos los que hacen las delicias y volvemos a entregarnos a ellos, Quien es capaz de decirle que no a un nieto…

Ojala allí en el cielo tenga memoria de todo lo vivido, para arrollidarme ante ti señor de los Favores y darte gracias por permitirme vivir con tus principios, por descubrir mis pies y abrir la lata de mis amores, por ponerme arrugas en la cara y por dejar lo mejor para el final.

PODER ESTAR A TU LADO PARA SIEMPRE.

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